Las despedidas suelen ser muy emotivas, para bien o para mal. Ésta vez quiero referirme a la de una amiga que conocí hace 2 meses en el trabajo. Juanita era mi jefa pero con su trato hacia mí y mis otros compañeros nos demostraba que también es nuestra amiga. Realmente cuando tuve la entrevista me hizo sentir muy cómodo así como todo este tiempo, tratando con respeto y cariño, nada distante y bastante comprensiva a diferencia de otras personas que que con su cargo creen que son más que otros.
Siempre la admiraré y guardaré un gran respeto por ella por la gran persona que demostró ser. Tan sólo hablar con ella unos minutos y te das cuenta cómo es y el tiempo se encargó de demostrarlo. Por un lado soy feliz porque ella está feliz, por otro, estoy triste porque sé que no la voy a ver con la misma frecuencia, pero así se dieron las cosas y creo que todo pasa por algo.
Esto me recuerda a cuando salí del colegio. Cada uno tomaba caminos distintos y sabíamos que iba a cambiar todo. Pocas veces son las que nos reunimos y en realidad ya no veo a muchos. Ahora a un año (o menos) para que termine la universidad me pregunto si la historia será parecida. Si se mira desde otro punto también puedo rescatar cosas positivas. Que en el colegio terminé bien y probablemente en la universidad también con la satisfacción de que di un gran esfuerzo y que finalmente no me arrepiento de nada.
Creo que las despedidas son emotivas porque implican un cambio, el inicio de algo diferente que puede ser bueno o no pero que trae consigo sorpresas y algo nuevo por explorar.