Lima, al igual que las grandes y más pobladas ciudades del mundo, posee un tráfico que puede desesperar a cualquier conductor. Sin embargo, hay algo que diferencia a nuestra capital de todas las demás ciudades que sufren este problema: la cultura vial. Cuando uno maneja (o camina) en Lima, debe estar atento por todos lados, es más, imaginarse lo peor y pensar que es probable que el auto se pase la luz roja o que el peatón se aparezca intempestivamente casi como un fantasma.
Hace unos días escuché que en Lima mueren 7 personas al día por accidentes de tránsito, algo que me dio pena y vergüenza a la vez porque aparecemos como una sociedad peligrosa en términos viales y porque sé que esa elevadísima cifra se puede disminuir siguiendo sencillos consejos o simplemente instruir a la gente.
El caos vehicular en Lima se da principalmente por los chóferes de micros y de taxis, por su escaso nivel cultural y de responsabilidad además de que existen demasiadas unidades que inundan la capital. Ellos se creen los dueños del mundo y que pueden hacer lo que quieran, pasándose 3 carriles imprudentemente, "estacionándose" en los paraderos en posición "diagonal" o manejando la velocidad a su antojo, ya sea haciendo carreras con otros vehículos o demorándose descaradamente en cada paradero o, peor aún, en cada semáforo. Parte de la culpa también la tenemos los usuarios ya que tampoco respetamos los paraderos, queriendo bajar en cualquier esquina, puente, árbol, reja o lo que fuere. Muchas veces escucho que los cobradores dicen "solo se baja en paraderos autorizados", hasta ahí bien pero resulta que al momento de subir ahí sí es donde sea, cuando les conviene nomás. La regla volteada a su conveniencia.
El reordenamiento vial en Lima es sumamente complejo y difícil de realizar ya que en el caso del transporte público existen cientos de empresas que circulan alrededor de la ciudad, muchas informales, por lo que reunir a todos parecería algo utópico; peor cuando se intenta hacer una reorganización, son los primeros en quejarse y oponerse a los cambios, queriendo quedarse en la mediocridad y desorden. No en vano tenemos el transporte público más antiguo de todo el continente, con flotas que tienen más de 30 años de antiguedad, nadie se preocupó en renovarse ni mejorar su calidad, después nos preguntamos por qué el país está creciendo pero no todos se ven beneficiados.
La tarea de los alcaldes limeños en este sentido es bastante complicada debido a que, en mi opinión, una de las soluciones sería que operen un máximo de 3 empresas de transporte público. Hacer que se pongan de acuerdo y que acepten las condiciones va a ser muy difícil, como ya lo viene siendo. El gran problema del Perú es la informalidad y el facilismo, algo que de mejorar, haría que el país crezca 3 o 4 veces más. Este sin duda es un problema estructural que se sigue arrastrando desde varias décadas atrás, espero que poco a poco pueda cambiar la mentalidad de las personas y se pueda crear consciencia para que en unos 20 años podamos tener una ciudad más ordenada en términos viales así como que las personas tengan más cultura y respeto mutuo.
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