Las redes sociales constituyen hoy en día un elemento importante de nuestras vidas. Para bien o para mal, están presentes. Muchas veces subestimamos el poder que tienen sobre nosotros y cómo podrían influenciarnos en los distintos ámbitos de nuestra vida. Sin duda, cualquier cosa que hagamos o digamos es más vulnerable y el efecto puede multiplicarse en muy poco tiempo.
Les cuento una anécdota que se dio el día de ayer. Me habían comentado una gran noticia, que me llenaba de felicidad y se constituía en un sueño para mí. Quería ser cauteloso, no celebrar antes y esperar a que se confirme. Era tanta mi alegría que no pude aguantarme y lo compartí vía facebook pero nunca mencioné de qué se trataba. Y allí empezó el aluvión de mensajes. La gente empezó a asumir cosas e ideas y darlas por ciertas sin que yo haya confirmado algo. Por ejemplo, asumieron que sería padre y de allí los demás lo dieron por cierto, continuando los comentarios, preguntando por el baby shower o felicitándome por el futuro nacimiento.
Facebook y Twitter |
Yo, a pesar de no ser mediático, tuve un alto impacto dentro de mi círculo de amigos, ¿se imaginan si fuera famoso? Pues sí, ha habido varios casos donde las redes sociales han destrozado personajes conocidos por sus comentarios o acciones. El caso de Ezio Oliva es un claro ejemplo. Se filtra un video sexual suyo y se especula sobre quién sería su acompañante, señalando a Karen Schwarz como muy probable. Los comentarios en Facebook y Twitter llovieron por todos lados, muchos de ellos negativos, burlándose o criticando este video. O el caso de Gianmarco en Navidad. Las redes sociales tienen un poder increíble y pueden destruir tu reputación en tan solo minutos (o volverte famoso casi de la nada).
Las redes sociales son interesantes, a veces muy adictivas pero hay que establecer ciertas barreras para tener la mejor convivencia. No publicar toda nuestra vida allí, no ocasionar escándalos pero sobretodo no desaparecer y cuidar la imagen que tanto nos puede haber costado.