viernes, 17 de junio de 2011

Hasta luego Salamanca

Luego de 5 meses, llegó la hora de regresar. Ha sido una bonita experiencia, de las que difícilmente se olvida. ¿Qué siento? Pues un poco de todo. Me da pena dejar la ciudad y nuevos amigos y este estilo de vida que tuve en los últimos meses, también me gustaría regresar para ver a mucha gente que no veo y con las que me gustaría retomar el contacto.

Lo que más recuerdo de Salamanca es justamente donde viví, el Colegio de Oviedo. Allí hice la mayoría de amigos y muchos de los momentos más divertidos se dieron ahí. Las comidas multitudinarias, bromas y demás fueron en algunos casos anecdóticas. También cuando jugaba ping pong o tenis en las canchas de la residencia o cuando el punto de encuentro era, casi siempre, la conserjería. La verdad que fue bastante útil estar alojado en esta residencia ya que esta casi al frente de mi facultad, tenía comedor bajando dos pisos y la estación de autobuses estaba a solo 2 cuadras.

Con respecto a la Universidad no tengo muchas quejas. Debo admitir que en un principio no soportaba la idea de la impuntualidad de los profesores y que sean en su mayoría relajados, hasta ahora sigo pensando que eso debe cambiar. La metodología es distinta y sin duda prefiero la de Lima ya que tienes más oportunidades y no dependes de una sola nota. En infraestrutura creo que está bien y a diferencia de la ciudad, no es tan antigua.

Una de las cosas que más resalto de Salamanca es su vida nocturna. Lo bueno de ser una ciudad con muchos estudiantes (aparte de conocer a más gente claro) es que hay más oferta para salir. Hay muchos lugares para salir y lo mejor de todo es que casi ninguno cobra para entrar, puedes hasta estar toda la noche sin tomar y divertirte gratis. Hay sitios en donde no se cobra entrada directamente pero debes pagar para la barra libre (entre 4 y 5 euros), lo cual también es bueno y me gusta. Entre los sitios que más recordaré y que más me gustaron en Salamanca están: The Irish Rover (sobretodo por sus fiestas para extranjeros), La Chupitería, Khandavia, Atahualpa y La Posada. Reconozco que en Lima no salgo mucho y que cuando regrese seguirá siendo igual, es que el estilo de Salamanca me atrae mucho más que el que hay Lima, será tal vez de lo que más extrañe de la ciudad.

Con Hiroshi Ahnok y Hugo en la Plaza Mayor


No sé si volveré alguna otra vez; por el momento no creo que sea posible ya que mis planes están en Lima, empezar a trabajar y consolidarme allí. Fue una bonita experiencia que nunca olvidaré, me ayudó a ser más responsable y a ser más independiente, también añadió nuevos problemas, los cuales debía resolverlos solo y con menos margen de error. También pude aprender de nuevos puntos de vista y formas de pensar, así como interactuar con gente de distintos países, aprender un poco de sus culturas y tratar de entenderlas, simplemente es algo que no se puede valorar de forma concreta

No me queda más que despedirme. Hasta luego Salamanca, gracias por todo.

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