sábado, 2 de febrero de 2013

Anécdotas europeas

Ya han pasado dos años desde que en el 2011 tuve mi aventura europea. De ella salieron numerosos posts para este blog donde compartí fotos y recomendaciones de viajes así como algunas peculiaridades que se iban dando. Ahora les contaré algunas anécdotas más que me ocurrieron el tiempo que viví en España.

Amigo en el treno

Vueling fue una de las aerolíneas que más utilicé durante los viajes en Europa. Casi todo bien excepto una vez cuando debía volver de Italia. Aquella ocasión me avisaron a último momento que un vuelo había sido aplazado no horas sino un día entero. Ya todo estaba copado por la proximidad de fechas y no tenía nada planeado para ese día, ¿la solución? Un viaje relámpago a Venecia, en la ida tomaría un tren de desde Florencia y para el regreso uno nocturno hasta Roma.

Tren Venecia  - Roma
Lo curioso de este tren fue que tenía el servicio para dormir, habían compartimientos en los que habían camas. Primera vez que dormía en un tren, al principio me costó mucho y no pude dormir, básicamente por miedo a caerme ya que sí se sentía la velocidad. Cuando recién entraba al compartimiento que me tocaba, buscaba el número asignado pero no concordaba con los que se mostraban en la pared; en eso, vi a una persona durmiendo en la parte superior, que más parecía ser el lugar donde se guardaba el equipaje. En un primer momento me pareció extraño pero lo dejé así. Al rato, esta persona se percató de mi llegada (no había nadie más aún) y me preguntó en italiano si yo iba Nápoli. Yo no le entendí mucho lo que decía pero creo haberle respondido que sí. Finalmente él se retiro con una mochila y una botella casi vacía de licor, su pinta era muy desgastada y sucia con lo que me di cuenta que era un vagabundo.

La viveza no solo es peruana

Muchos pensaríamos que la viveza y estafa de los comerciantes se da solo en Perú (o en Sudamérica) pero eso no es del todo cierto. Cuando salía del Coliseo Romano, varios vendedores se ubicaban en las afueras vendiendo diversos productos y souveniers. Yo me acercaba solo a ver y en ocasiones preguntaba precios pero solo para tener una referencia; en una de esas, me ofrecieron tres rosarios del Papa a 30 euros pero yo les dije que no, lo curioso fue que a medida que me alejaba me iba disminuyendo el precio hasta dejarlo en 10 euros. Sin hacer nada había logrado bajar su precio aunque obviamente no le compré nada por mentiroso.

Algo similar ocurría en Venecia donde te vendían las famosas "máscaras venecianas". Para un turista era muy difícil reconocer cuáles era auténticas y cuáles no. El problema es que muchas veces te vendían las "bambas" como originales y estafaban a todos los turistas. 

Unos coloridos y pintorescos invitados

A mi llegada a Roma, un desfile de orgullo gay se llevó a cabo en las calles. Muchas avenidas estaban cerradas y los autos eran reemplazados por carros alegóricos (tipo corso de Wong) decorados por decenas de globos donde se asomaban personajes con ropas muy extravagantes. Era multitudinario y la gente respetaba y se unía a ellos. Como fin de fiesta apareció Lady Gaga, nada más y nada menos, dando un miniconcierto, todo un lujo. Sin duda un evento que se debería imitar aquí para promover la igualdad.

Desfile gay en Roma
Lluvia de hamburguesa (casi)

Parecía el fin del mundo pero no lo era. Un día muy lluvioso y ventoso se dio cita a mediados de febrero en Salamanca. Justo ese día tuve que salir por los alrededores de la plaza y era la oportunidad perfecta para estrenar mi paraguas. A lo lejos veía como a una chica se le había volado su paraguas y corría para recogerlo; en mi mente pensaba "yo también tengo que pasar por allí" y ni modo, lo hice. Cuando estuve en aquella intersección, vino una ráfaga de viento y dobló mi paraguas, torciéndolo y dejándolo inutilizable. No hace falta decir que igual llegué muy mojado a mi casa.

Algo que debemos imitar

En España y en Europa en general hay una consciencia de respeto por el peatón. Los cruces peatonales están especialmente diseñados para que éstos tengan las facilidades como debe ser. Por otro lado, los coches que voltean lo hacen con cuidado (no intempestivamente como aquí) y esperan a que los peatones crucen y recién reinician su marcha. En la sociedad limeña se ven así casos muy aislados y más bien predomina el "más vivo" y querer ganarle al otro. Personalmente es uno de los aspectos que más detesto de Lima pero espero que poco a poco esto cambie y se copien ésta y otras buenas costumbres de otros países. 

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